Las Divas Eurodisco de los 70 (I)
Primera parte recordando a las divas del eurodisco de los años 70, sus productores y los primeros éxitos, con Alemania como punta de lanza.
A finales de los 70 se producía más música disco en Europa (en especial la continental) que en los Estados Unidos. Unos trabajos para los que se empezó a acuñar el término «eurodisco».
Melodías y letras simples aunque tremendamente infecciosas, que reemplazaban la emoción de la música negra por la frivolidad del pop, haciendo uso intensivo de sintetizadores, una tecnología más barata que los arreglos de cuerda y de viento clásicos.
El eurodisco fue un fenómeno eminentemente de productores, pero el público (y las televisiones) necesitaban espectáculo. Algo que dieron, y de qué manera, sus divas, auténticas caras visibles de un subgénero deliciosamente kitsch, a menudo denostado, y que inundó las listas de ventas a finales de los 70, influyendo notablemente en su hermano norteamericano.
En los albores del subgénero, muchos productores europeos echaron mano, para sus trabajos, de cantantes británicas, jamaicanas, estadounidenses… Artistas que, en muchos casos, habían pasado años trabajando en Europa.
El primer hit eurodisco
Aunque el primer éxito propiamente«eurodisco», el que lo transformó en un subgénero independiente, vino de la mano del dúo de productores alemanes Michael Kunze y Sylvester Levay y un trío de europeas.
En 1974, como Silver Convention y usando vocalistas de sesión, publicaron el sencillo «Save me». Y para presentarse ante el público, reclutaron a tres mujeres: las alemanas Linda G. Thompson y Ramona Wulf, y la austriaca Penny McLean.
El sencillo fue un éxito en UK, un triunfo que repetirían, aumentado, con «Fly, Robin, Fly», un número uno en medio mundo y clásico del disco donde los haya.
Aunque si en algún lugar se gestó el eurodisco, fue en Alemania.
Desde Munich el alemán Giorgio Moroder y el británico Pete Bellote revolucionaron la escena sentando las bases de un disco «electrónico», intensivo en sintetizadores.
Legendarias son sus colaboraciones con Donna Summer. Un trío que revolucionó la escena en 1975 con «Love to love you baby», su primer hit internacional.
Una fructífera colaboración que en esos primeros años nos dejó pequeñas joyas como «Spring affair» o «Try me, I know we can make it», ambos de 1976 y preludio de lo que vendría después.
Unos trabajos que convirtieron a Donna en diva intercontinental de la música disco.
Moroder y Bellote también trabajaron para la cantante norteamericana de soul y gospel Roberta Kelly, amiga de Donna.
Tres álbumes con temas como «Trouble maker» (1976) o «Zodiacs» (1977) que le dieron al subgénero un sonido más excéntrico y personal.
Como dato, Roberta fue una de las vocalistas de sesión en la sombra que grabaron el primer álbum de Silver Convention, aunque Roberta perteneció al reducido grupo de cantantes disco que no eran «títeres» de sus productores.
Frank Farian (D.E.P.) fue otro de esos productores visionarios.
Escondido tras el alias Boney M., el alemán publicó en 1974 el sencillo, «Baby do you wanna bump». Como «caras visibles», Farian organizó un grupo para el que acabó reclutando al DJ y bailarín Bobby Farrell, a la modelo Maizie Williams y las verdaderas cantantes: Liz Mitchell y Marcia Barrett.
La británica de ascendencia jamaicana Liz Mitchell fue la gran estrella de Boney M., imprescindible para Farian y vocalista principal en la mayoría de éxitos del grupo: «Daddy cool», «Ma Baker», «Rasputin»… Dos versiones de sonido eurodisco de sendos clásicos, «Sunny» y «Love for sale», son suyas.
Y aunque la bailarina y cantante jamaicana Marcia Barrett no fue casi nunca la vocalista principal, sí fue una verdadera y carismática diva para los fans, protagonista de temas clásicos de Boney M. como «Take the heat off me» o «Belfast».
La canadiense de orígen jamaicano Claudja Barry fue de las primeras en ser reclutada para Boney M., aunque en 1976 abandonó el proyecto.
Ese año, y con producción del poco después marido, Jürgen Korduletsch, conseguía un pequeño éxito en 1976 con el estupendo «Sweet dynamite».
Con la cantante jamaicana Precious Wilson al frente, Frank Farian también produjo, con éxito, un par de álbumes de sonido eurodisco para la banda británica Eruption.
En 1978 triunfaron con una versión disco del temazo soul de Ann Peebles «I can’t stand the rain». Y en 1979 hacían lo propio con otra versión: la de «One way ticket», original de Neil Sedaka del año 1965.
Desde París, el productor griego Harry Chalkitis lanzó en 1978 el proyecto Queen Samantha junto a la cantante originaria de Chicago Gloria Brooks, colaboradora en muchos de sus anteriores trabajos.
Su mayor éxito llegó en 1979 de la mano de «Mama Rue (C’est moi)».
Queen Samantha · Mama Rue (C'est moi) (1979)
Los trabajos de los Moroder, Bellote, Kunze y Farian constituyeron el arquetipo del eurodisco en su máxima expresión, allanando el camino e inspirando a otros muchos otros productores.
Algo que veremos y escucharemos en la segunda parte de «Las Divas del Eurodisco».
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